Una de las áreas que más atención está recibiendo en los últimos años, por parte de las personas que nos dedicamos al desarrollo personal y al aprendizaje de destrezas emocionales, es la capacidad de poder manejar nuestra atención y focalizar nuestra conciencia en un mundo cada vez más sobreestimulado, con muchas más distracciones, interrupciones e irritabilidad que nunca. Esta capacidad de atención está resultando fundamental a la hora de interpretar las señales que nos envía nuestro cuerpo y que solemos llamarle, intuición.

Dentro de esta atención interior, hoy quiero reflexionar contigo acerca de algo que nos ocurre muy a menudo y que lastimosamente todavía se encuentra poco analizado y estudiado. ¿Te ha ocurrido alguna vez que ante una decisión complicada o no tanto, tu estómago te ha dado pistas sobre la opción que debías de escoger? A esto le hemos llamado de muchas maneras, intuición, inconsciente o ese “nosequé” que nos dice lo que deberíamos de hacer.

intuición femenina

 

Antonio Damasio llama a esos instintos viscerales que nos dan información sobre lo que parece equivocado o correcto, marcadores somáticos. En nuestro cerebro, disponemos de un circuito neuronal que monitoriza todo nuestro cuerpo, una especie de timón interno que nos ofrece para cada decisión la suma total de las lecciones relevantes que hemos aprendido a través de nuestras experiencias vitales.

 

La mayoría de las veces, no tenemos acceso directo a esa información porque permanece albergada en nuestro inconsciente y no se muestra ante nuestros ojos con la claridad y nitidez que la información que manejamos a diario. Sin embargo, si mejoramos nuestra capacidad de prestar atención y aprendemos a detectar esas señales que nuestro cerebro nos envía a través de nuestro cuerpo, comenzaremos a manejar una mayor cantidad de información lo que nos permitirá incrementar la calidad de nuestras decisiones (a mayor información, menos riesgo de error si se procesa adecuadamente).

Nuestro instinto sobre qué hacer y qué no hacer nos guía en un sentido que nos permite mantenernos fieles a nuestros valores. Sin embargo, todavía a día de hoy nos ofrece una información que solemos despreciar, quizás porque no terminamos de comprender como funciona dicho sistema, ante que situaciones se activa, de que manera extrae la información y de donde lo hace.

Por supuesto que seguir el dictado de nuestro corazón no es una garantía de que vayamos a escoger la mejor opción (las certezas son muy complicadas en el mundo en el que vivimos), sin embargo yo al menos pienso que escuchándole, aumentaremos las posibilidades de acertar en nuestra decisión puesto que para activarse tiene en cuenta una información que la mayoría del tiempo permanece invisible a nuestros ojos y es que hemos de recordar que en nuestro inconsciente es donde tenemos albergados nuestros valores, los puntos fuertes, nuestras creencias y todo aquello que nos encanta hacer.

Así que quizás debamos de prestar mucha mas atención al marcador (somático) para tomar mejores decisiones.