Esta es una de las citas que puedes encontrar en ese maravilloso compendio de sabiduría que es el libro Aprendiendo de los mejores de Francisco Alcaide. La pronunció Jim Rohn y me ha tenido pensativo todo el fin de semana, reflexionando sobre el tremendo alcance de esta cita en la vida de los seres humanos.

Cada vez que la releo, me vienen a la cabeza términos como humildad, pasión, adaptación al medio, autoimagen y sabiduría; aspectos que sin duda, bien trabajados y desarrollados pueden ofrecer un salto cualitativo enorme al rendimiento de una persona.

Humildad para reconocer que puedes tener muchos conocimientos sobre un área en un momento determinado, pero aún así, quizás es superior lo que no sabes a lo que sabes. Vivimos en la sociedad de la información y es prácticamente imposible dominar y controlar toda la información existente sobre un término.

Con lo cuál, resulta casi obligado mantener una continua actitud de aprendizaje para poder adaptarnos al medio y enfrentarnos a él. En un mundo donde continuamente descubrimos nuevas cosas y otras se crean, es más importante la actitud que tengas ante el aprendizaje que lo que sepas a día de hoy (aspectos que quedarán obsoletos en unos años).

Para ello, es importante sentir una fuerte pasión hacia aquella área de conocimiento en la que desarrollemos nuestra actividad profesional o que simplemente, resulta de nuestro interés. Cuando algo te apasiona, te encuentras constantemente permeable hacia aquella información que resulta significativa en dicha área. Disfrutas buscando y encontrando nuevos puntos de vista, nuevas teorías, nuevas hipótesis e incluso, eres capaz de fusionar cosas aparentemente inconexas para crear las tuyas propias.

Desde mi punto de vista, es una cuestión de sabiduría el hecho de estar continuamente reciclándonos y adquiriendo nuevos conocimientos. Me encantaría poder preguntar a algunos de los supuestos especialistas, “gurús”,  formadores y conferenciantes, cuántos libros leen al mes, a cuantos cursos de formación o conferencias asisten anualmente. Para mí,  para poder inspirar a los demás y añadirles valor (de verdad), tus ideas deben de ser frescas, actuales, sino eres uno más.

Y me meto en el controvertido mundo de los gurús, porque en ocasiones se trata más de una cuestión de mucho barniz y poca raíz. Personas con un enorme aparato marketiniano a su alrededor, que brillan con algunas ideas de hace 8 o 10 años y todavía continúan haciendo “bolos” como si de un antiguo artista de rock se tratara, enseñando sus viejas diapositivas y repitiendo una y otra vez, conceptos quizás anticuados y ejemplos ya no aplicables en los tiempos que corren. Pero supongo que mientras haya gente que les quiera escuchar, todavía su luz no desaparecerá, aunque si que es cierto que cada vez se hará más tenue.

Es cierto que, el camino fácil al llegar a casa después de una dura jornada de trabajo es encender el televisor y pasar unas cuantas horas hipnotizados por “la caja tonta”, sin embargo, nadie dijo que fuera a ser fácil alcanzar un nivel de conocimiento abundante y actualizado sobre cualquier tema.

Y tú, ¿Cuántos libros lees al mes?