Reconozco que hace bastante tiempo que me apetecía leer algo de Bernardo Stamateas, un psicólogo de 47 años argentino, que desde el otro lado del Atlántico, al igual que nosotros desde ASNIE (Asociación Nacional de Inteligencia Emocional) cree en el increíble impacto que tienen las emociones en nuestro día a día y así nos lo traslada en sus múltiples publicaciones, apariciones en los medios, conferencias y seminarios.

Pues bien, acabo de terminar “Gente Tóxica”, un libro en el que Bernardo recoge un gran compendio de perfiles de personas problemáticas que, al no saber gestionar adecuadamente sus necesidades, interactúan de una manera desadaptativa con su entorno, generando malestar y emociones desagradables en las personas que habitualmente les rodean, fomentando así un panorama desolador y de penuria a su alrededor. En este libro el autor nos enseña a identificarlos adecuadamente y nos indica como podemos protegernos del impacto tan negativo que sus conductas pueden tener en nosotros. Algunos ejemplos de los perfiles que Bernardo ha incluido en esta publicación son:

– Los meteculpas: Aquellos que pretenden hacernos sentir culpables por todo lo que les ocurre, para que dicha culpa nuble nuestros derechos y necesidades. Son auténticas “víctimas” que no soportan la responsabilidad de cada acto que realizan y necesitan descargar en otra persona toda esa emocionalidad negativa.

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– El envidioso: Personas que no saben gestionar la rabia producida por el logro de otro, quizás porque no confían en sus propias posibilidades (autoconfianza) o creen que ese logro se encuentra totalmente fuera de su alcance (autoconocimiento). La envidia los desenfoca y hace que dirijan su energía en la dirección equivocada (hacia el otro, en lugar de hacía si mismos).

– El descalificador: Son aquellos que tienen como objetivo controlar nuestra autoestima, restándole valor a todo aquello que hacemos o conseguimos para que ellos puedan brillar y ser el centro del universo. Posiblemente su objetivo se centra en convertirnos a la mediocridad donde ellos se encuentran acampados y así,  poder soportarse cada noche antes de acostarse, en vez de movilizar sus recursos para conseguir lo que, de verdad, desean de la vida.

– El agresivo verbal: Aquellos que a través de las malas formas y de comentarios hirientes, pretenden intimidarnos y coartar nuestras expresiones a través del miedo que genera su interacción con nosotros. Personas que creen que sus opiniones solo serán escuchadas si son presentadas con toda la rudeza y fuerza de la que son capaces. Gente perdida que no encuentra la manera de ser escuchados por los demás y que actúan movidos por sus dudas y miedos.

– El psicópata: Personas incapaces de identificar las emociones que provocan sus actos en otras personas. No sienten culpa ni angustia cuando manipulan, engañan o lastiman a otras personas al buscar su propio beneficio. Seres que no dudarán en pasar por encima de cualquier persona si eso les acerca a conseguir sus objetivos.

– El chismoso: Aquellos que persiguen ser escuchados por otros y tener valor para ellos contando historias y lanzando rumores sobre otras personas. Pretenden agradar a otros y conseguir la atención de los que les rodean, sin darse cuenta que ellos mismos se desacreditan cuando realizan comentarios maliciosos sobre otras personas. No creen que tengan el valor suficiente como personas para ser interesantes para su entorno y por eso, invierten su energía en hablar sobre la vida de otros.

– El quejoso: Personas que pretenden captar la atención de los demás a través de sus propios lamentos o quejas sobre todo lo que les ocurre. No creen en su verdadero valor como seres humanos y temen no ser aceptados por los demás si no generan lástima en las personas que les rodean con sus penurias. Siempre encuentran el lado negativo de algo, tienen todos los males y dolencias posibles, no consiguen más cosas en la vida por su mala suerte, etc.
Perfiles de personas que por una elevada carencia de Inteligencia Emocional se hacen cada día muchísimo daño a ellos mismos y a todas las personas que les rodean. Son auténticos agujeros negros de energía, unos “Fairy”* con los que un poco de interacción con ellos basta para amargarte todo el día…

* Fairy: Detergente líquido cuyo eslogan reza “Un poco de fairy basta, para acabar con toda la grasa”